
La libertad de expresión no solo depende de la ausencia de censura, sino también de una infraestructura de la misma, la que bien diseñada, ofrece oportunidades para crear y desarrollar tecnologías e instituciones que puedan ser utilizadas para la comunicación y asociación.
Por lo tanto, las políticas que promueven la innovación y protegen la libertad de crear nuevas tecnologías y aplicaciones son cada vez más cónsonas a los valores de la libertad de expresión.
Por lo tanto, las políticas que promueven la innovación y protegen la libertad de crear nuevas tecnologías y aplicaciones son cada vez más cónsonas a los valores de la libertad de expresión.
Las tecnologías que crean nuevas
posibilidades para la participación en la cultura democrática, a menudo
amenazan los modelos de negocio que buscan mercantilizar el conocimiento y
controlar su acceso y distribución, lo que conocemos como monopolios.
La propiedad intelectual y el derecho de
las telecomunicaciones pueden ser los terrenos en que se produzca esta lucha,
no obstante, lo que está en juego es la estructura práctica de la libertad de
expresión en el nuevo siglo.
Ahora, para analizar el futuro de la
libertad de expresión, condicionada por las redes sociales, debemos
preguntarnos primero, ¿cuál es el futuro real de los medios sociales
digitales?.
En relación a este punto y según lo registró
la publicación Forbes en su edición de julio/2018 hay dos tendencias que
definen el debate

Una liderada por Marcus Brown, fundador de
la agencia de innovación, clandestina y ficticia, Black Operative Department (compañía
secreta diseñada exclusivamente para imaginar los futuros más oscuros y los
escenarios que presuntamente serán consecuencia de nuestra dependencia de la
tecnología).
Brown plantea, que en un futuro a mediano
plazo, las redes sociales, los datos personales, el número de seguidores en las
redes sociales y las marcas reinarán en la sociedad.
Un mundo a partir del cual, las personas
solamente pueden definirse si tienen un impacto en sus círculos sociales. Esa
influencia será el nuevo petróleo, asegura.
El éxito de esta plataforma, agrega Ben
Donkor, director de Investigación y Métricas de We Are Social, será el estudio
del comportamiento del usuario a través de la lectura y mapeo de los datos
sociales.
Algo que el directivo define como “la sociología
en la era de internet; la ciencia detrás de la habilidad de impactar en la
conducta de las personas, combinada con pasión… y lógica”. Logrando un control absoluto
de tendencias, datos e información general, peligroso y volátil.
La VP de Analytics para National
Geographic, Mia Vallo afirma que este "control social" permitirá identificar
las necesidades del internauta y así poder ofrecer alternativas a ellas “Si las
marcas, las empresas y los gobiernos, pretenden convertirse en contadores de
historias relevantes, tienen que aprender a escuchar y a tomar en cuenta la
diversidad del público en el espacio digital”.
La otra cara de la historia

Existe una tendencia contrastante que
asegura que el futuro de las redes social se reducirá a lo local, y esto está
estrictamente relacionado con la ola implosiva actual que está sucediendo en el
planeta y que se extenderá necesariamente al futuro.
Las redes sociales se originaron para
acercar a las comunidades en un mismo espacio digital, pero la explosión y su
crecimiento exponencial han ocasionado lo contrario, cada vez es más impersonal
esta comunicación, generando distancia física y emocional entre los usuarios,
incluso entre personas de un mismo núcleo familiar, laboral o racial.
La humanidad está sintiendo la necesidad de
recuperar su identidad propia, su intimidad y proteger a toda costa su
privacidad.
Estudios realizados por la empresa de
investigación YouGov, muestran que uno de cada diez usuarios de los medios
sociales dejaron de usar Twitter y alrededor de la misma proporción (un 9%)
dejaron de utilizar Facebook en el último año.
La razón principal que lleva a los usuarios
a dejar de usar estos servicios es una pérdida de interés (55%), lo que viene
seguido por el aumento de las preocupaciones sobre la privacidad (26%). Uno de
cada cinco (21%) asegura que "está harto de las estrategias de publicidad
y marketing" (21%) y a uno de cada seis no le gusta que la gente extraña
tenga acceso a sus datos personales (17%).
Independientemente de la tendencia que predomine
en el futuro, las redes sociales tendrán que adaptarse a nuevos usos y
exigencias, deberán ser más específicas en sus fórmulas y funciones adaptándose
al estilo de vida o el comportamiento de cada usuario.
¿Lograremos una sociedad mediática que
combine todos nuestros intereses. Laborales, lúdicos, culturales, informativos,
egocentristas, etc.? ¿Un cruce entre Linkedin, Facebook, Twitter, Google+
e Instagram? No lo creo, ya que la dispersión es la tónica dominante actualmente.
Aunque algunas plataformas acumulen el
mayor uso, los usuarios cada vez tiene más inclinación a buscar fórmulas
novedosas o en otros espacios más ‘alternativos’ de la red.
Lo alternativo va de la mano con lo liberal,
en cualquiera de sus manifestaciones. La libertad de expresión será siempre un
combate imprescindible en las comunicaciones, un derecho que debemos hacer
respetar y perpetuar.
“Estamos en una etapa de transición, una
era que empieza en la democracia y deriva en el ‘neomillennialismo’ … ¡Sean
bienvenidos!”. Marcus Brown.

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